miércoles, 16 de septiembre de 2020

Nocturnos


NOCTURNOS

Padre Nuestro que estás en los cielos
por qué te has olvidado de mí?
Te acordaste del fruto en febrero,
al llagarme su pulpa rubí.
Llevo abierto también mi costado,
y no quieres mirar hacia mí!

Te acordaste del negro racimo,
y lo diste al lagar carmesí;
y aventaste las hojas del álamo
con tu aliento, en el aire sutil.
Y en ancho lagar de la muerte
aún no quiere mi pecho oprimir!

Caminando vi abrir las violetas;
el falermo del viento bebí,
y he bajado, amarillos mis párpados,
para no ver más enero ni abril.

Y he apretado la boca, anegada
de la estrofa que no he de oprimir.
Has herido la nube de otoño
y no quieres volverte hacia mí!

Me vendió el que besó mi mejilla;
me negó por la túnica ruin.
Yo, en mis versos el rostro con sangre,
como tú, sobre el pano, le di.

Y en mi noche del huerto, me han sido
Juan cobarde y el ángel hostil.
Ha venido el cansancio infinito
a clavarse en mis ojos al fin;
el cansancio del día que muere
y el del alba que debe venir;
El cansancio del cielo de estaño
y el cansancio del cielo de añil!

Ahora suelto la mártir sandalia
y las trenzas pidiendo dormir.
Y pérdida en la noche levanto
el clamor aprendido de ti;
PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS,
Por qué te has olivado de mí!

GABRIELA MISTRAL